A través de mi ventana
puedo fijarme en las mañanas,
destellos de amaneceres
que enternecen mi mirada.
Si cierro los ojos puedo sentir la brisa,
que empaña mis mejillas
y no tarda en darse prisa.
Aún con los párpados abajo puedo observar
el clamar de mi alma que se hace notar.
Personas caminan pero no se ven,
cada una en su mundo sin saber.
Un secreto oculta la naturaleza
y no lo descubrimos por pereza.
Con certeza puedo decir
que Buenos Aires respira en mi.
La bandera Argentina ondea
y mis pensamientos se alejan,
parando en aquella tierra,
mi Venezuela que belleza!
Salta mi corazón contento y suspiro,
luego recuerdo que en la ciudad de la Furia ahora vivo.
Pero no me desanimo,
pues los recuerdos siempre están conmigo.
Levanto mi mirada y no paro de soñar.
Yo confío en lo bueno que la Argentina me brindará.
Ya basta de nostalgia.
Querida gente, les hablo hoy
de lo tanto que este país se ha ganado mi amor.
Vuelvo a echar otro vistazo y me puedo percatar
la gente ajetreada que va al andar.
Las aves vuelan y cantan libertad
¿Algún día las podremos igualar?
Veo pobreza,
veo amor,
veo humanos que luchan por la razón.
Por mi campo de visión
no pasa desapercibido,
el caer de las hojas como niños perdidos.
Termino estos versos, sinceros con latidos.
Sentimientos armoniosos que nos mantienen unidos.
Una vez más el sol se hace camino
y a través de mi ventana
puedo ver mi destino.
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