Dije chau y me fui a un lugar donde nadie puede encontrarme, un lugar sereno donde
puedo estar en paz conmigo y también con el mundo.
Un lugar donde no existe el dolor para mí. Al resto sí les duele, aunque yo no quiero que
les duela. Es absurdo que les duela si yo no siento ese dolor.
Dije chau y me fui a ese lugar al que muchos le temen, a ese lugar que muchos alaban.
Dije chau y me fui al cielo.
Dije chau y me fui al infierno.
Me fui con Dios, con John Lennon, con Perón y sobre todo me fui conmigo misma.
Suerte alcancé a despedirme porque dije chau y morí.
Mi cuerpo y yo
Mi cuerpo es un esclavo a veces, un esclavo de mí misma. Yo le digo dónde ir, qué
agarrar, qué no tocar y a quién seguir.
Mi cuerpo es un esclavo a veces, un esclavo de mí misma. Aunque a veces también es
libre; cuando danzamos, cuando nos reímos, cuando nos expresamos. Sin pensar, solo
nos expresamos.
Eso nos hace feliz. Muy feliz. Nos dejamos llevar en esos momentos.
Él no solo responde a lo que le digo, sino, que también es mi compañía. Me protege de
muchos peligros. Sus brazos me abrigan en el invierno, sus piernas me sostienen muchas
horas, sus manos acarician mi alma.
Mi cuerpo es un esclavo a veces, un esclavo de mí misma. Yo también soy esclava de mi
cuerpo. Somos como mejores amigos, pero todos los mejores amigos discuten, no están
de acuerdo en muchas cosas, pero son inseparables. Si él llora yo lo consuelo si yo lloro él
me consuela. Nos queremos. Mucho. Nos entendemos. Nos desentendemos. Sabemos
que ambos nos necesitamos para vivir.
Nacimos juntos, Morimos juntos.

Comentarios
Publicar un comentario