me libero
de todas esas presiones ajenas
inundando mis ideas
en un estanque poco profundo,
mojando mi vestido dorado.
Dorado como las escamas
de los peces que me acompañan,
subiendo la cascada
de una gran montaña.
Ellos nadan contra una cascada,
nunca se rinden
requiere tanta paciencia,
pero aprenden a volar.
¿yo merecerè ese premio?
Nada te vuelve más segura,
ni siquiera
mi vestido dorado,
pero tal vez
si logras guiarte
de aquellos gigantes
merecerá la pena
Comentarios
Publicar un comentario