El vestido de espirales (Amelia Menecozzi) Taller de escritura de Eva Murari, Bahía Blanca

 El Vestido de Espirales

Gustav Klimt




Ahí va, con su vestido, cuando la mirás te perdés, en los giros y curvas de esos espirales, es hipnótico, un vestido largo y ajustado hasta los tobillos, lleno de espirales: conchas de mar con forma de espiral, laberintos con forma de espiral, flores espiraladas, piononos, telarañas, caramelos. Lo que se te ocurra, si tiene forma de espiral, ahí estaba, en ese vestido. Lo ves y necesitás agarrar, coleccionar, esos objetos con forma de espiral, el que sea, sólo coleccionarlos, pero, al no poder, no podés evitar sentirte mal, sentir que decepcionaste a todo el mundo, no te quedan suficientes ganas como para vivir, total, ¿De qué sirve seguir viviendo si ya defraudaste a todxs? Entonces empezás a doblarte hacia atrás, vértebra por vértebra, hasta hacer un espiral perfecto, ¿Te lo imaginás? Todo tu cuerpo, formando una espiral, incluso tu legua, enrollándose y enrollándose sobre sí misma. Bueno, eso fue lo que pasó esa noche, con cada unx de lxs invitadxs, lo único que se escuchaba eran los gritos de estxs, cualquiera que hubiese estado allí no lo habría soportado. Poco a poco los gritos se fueron apagando hasta que todo quedó en un silencio absoluto. La escena era grotesca, un montón de cuerpos humanos, hombres y mujeres, niños y niñas, todxs en la fiesta muertos y con cara de terror absoluto menos la chica del vestido de espirales, la cual, al ver la escena solo suspiró.
-Qué pena, esperaba que durara más-y sonriendo-De cualquier forma, ya me tengo que ir, fue un buen espectáculo-rió un poco al decir esto último-Seguramente me dé tiempo a ir a otro antes de que acabe la noche-dijo con esperanza y, sin borrar la sonrisa de su cara salió del lugar.

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