Entre los girasoles (Ulises Argumedo) Taller de escritura de Eva Murari, Bahía Blanca



Dije chau,
Y me fui a vivir entre los girasoles de la ruta,
ellos miran siempre al sol y yo a los autos que pasan,
me pregunto qué destino tiene cada auto que lleva consigo una historia,
y qué tanto puede influir en el mundo la historia de una familia en la ruta,
los girasoles deben preguntarse lo mismo del sol,
no saben qué historia tiene, pero lo ven ahí,
firme a pesar de los años,
el sol se destaca de las demás estrellas, y por eso lo miran,
porque el que acumula valores y crece en comparación a los demás
merece la mirada de miles de girasoles.
***
Viste de negro,
Ulises viste de negro para camuflarse ante la mirada de la gente que ve oscuro,
para avivar al calor de la apacible llama del sol que lo rodea en su patio,
Se dice que lo hace para combinar con su pasado, oscuro, tenue,
tan opaco como la sombra de sus manos.
Si Ulises viste de otro color no lo hace conscientemente, se lo ordena el deseo de cambiar,
es rutinario ser él y puede sentirse en piel de otro.
Su ropaje negro es su segunda piel, y la muda en ocasiones,
lleva huecos en ella por el fuego de la ceniza encendida y trasluce su piel blanca
¿Pero que hace tan poco blanco en un mundo negro?
Su remera suelta refleja la orientación de sus pensamientos, flotan,
y se despegan de la piel,
son libres y se escapan por las mangas y la solapa,
son libres, pero hasta cierto límite,
la gente que finge vestir ropa de color prohíbe que salgan a flote,
se ahogan en un mar de prendas caras y diseñadas,
ya ninguno quiere salir, no lo aguantan más,
no pueden creer que haya tanta gente aparentar color vistiendo interiormente de negro.
***
Cuarto de Hotel.
Y así pasan los años, con los pestañeos del tiempo,
muchos murieron y se fueron otros,
algunos quisieron quedarse, quisieron...
Odio concientizarme a mí mismo de la vida que llevo, a veces es mejor estar en piloto
automático y no pensar en qué es vivir.
¿Qué es la vida?
Que injusta que es la vida.
¿Realmente nuestra vida es vida de verdad?
¿O no conocemos lo que en nuestro lenguaje es vida?
Me asusta la oscuridad, el no saber, el no entender qué tengo delante. Me aterra solo
pensar que la gente más inteligente no sabe nada del universo.
La muerte nos persigue a todas partes y nadie parece percibir su rastro.
No es una figura negra como todos pensamos, con una calavera en la cabeza y una
guadaña en su mano esqueletizada.
Es la luz de una vela en una habitación de hotel llena de luces.
Para los poco detallistas es imperceptible, para mí es improbable ignorar su presencia.
Su llama está ahí esperando quemar tu ropaje caro. Es una lástima que la muerte sepa
arruinar todo lo material que creías que valía. Por eso tenemos que ser inteligentes.
¿Que no pueden quemar las manos rojas y calientes de la muerte?
Para los vivos que sienten que no llevan ropa en la habitación de hotel, y que no se van a
prender fuego con su llama, quiero que sepan que cualquier hijo de puta es capaz de
soplar nafta para hacer que te retuerzas en su nombre.
Nadie se salva de ser quemado, ni la más estricta religión regala vasos de agua.
Las religiones se leen en recepción, cuando hablás con el ama de llaves y te elige al azar
una habitación de esa enorme y jerárquica lista de habitaciones que definen qué lugar vas
a ocupar en esta sociedad inmunda con sus pensamientos clasistas.
Y ahí, sólo ahí entrás en juego, es decir, comenzás a transitar lo que los mortales
llamamos "vida".
El teocentrismo no es más que confianza en una gran empresa de agua.
Es el sentir que va a llegar alguien a tocar la puerta de la habitación y te va a dar una carta
abierta a los ríos y los mares del mundo. No.
El mar está bajo el balcón de la vivienda.
¿Saltar es fe o estupidez?
Solo sé que los que saltaron desde mi cuarto de hotel, no tardaron mucho en caer en los
balcones de abajo.
La vida no es fácil, no es justa, ni libre, no te deja elegir si entrar al hotel, pero sos libre de
irte o quedarte.
Me arden las manos, pero solo es el comienzo, por rozar mis yemas con el vidrio del foco
de mi velador.

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