La
piel
Extensa y sensible,
a veces húmeda como el río,
y otras, seca como el oasis.
Sólo una caricia y una mirada que la penetre
puede hacerla florecer.
Podemos ver sin mirar y sentir
una canción, un beso, una caricia,
el corazón puede explotar
de frío como un tempano de hielo,
Y otras, de fuego como un volcán.
Áspera o suave,
podemos recorrerla de principio a fin.
La
ropa
Hay mil formas de vestirse, y todas son
adecuadas
Talle extralarga, estampas lisas o a rayas,
Y a mí no me importa nada.
Yo me pongo lo que quiero
al derecho o al revés.
Con flores o con dibujos
y zapallitos en los pies.
La ropa me da la forma,
que yo quiero parecer.
Mil diamantes en mis faltas
que me hace otra mujer.
El
hogar
Lugar mágico, donde encuentro mi espacio,
donde ni la más terrible tempestad puede
derribar mi paz.
Donde soy yo, con todo lo que tengo, y más.
Donde gano la batalla, con los dragones más
temibles,
y apago los incendios más furiosos.
Donde me cuido, y te cuido,
pensando en la cura para esta enfermedad,
que nos mata como a hormigas pisadas por un
gigante.
Recorro sus rincones, en una alfombra mágica,
que me lleva de un lado a otro
y me rio a carcajadas, porque ahí soy feliz.
El
entorno
Quisiera salir de aquí, en este mismo
momento.
Siento risas y llantos,
veo como se desgarran la piel.
Escucho sus corazones correr sin freno,
sin rumbo.
Me rodea el humo gris,
Y me envuelve el frío de la noche.
Quemo mis pies, descalzos, en las brasas de
aquella hoguera.
Me voy.
Floto en el aire, sin saber que pasa,
como un pájaro en suave vuelo.
En su entorno, hay otros pájaros, que vuelan
junto a él.
No me juzguen.
No lo tachen.
Me siguen arrancando el alma.
Atenme a este suelo, y ayúdenme a quedar.
El
mundo
El mundo, ¿Qué será de él, si lo seguimos
maltratando?
Con humos negros, con pocos verdes,
Con mil olores, que nos hacen vomitar,
Y la suciedad que pisamos diariamente.
¿Cómo volver a soñar con ese cielo azul?
Que es tan alto, que quisiéramos tocar
Pero que algún día conoceremos.
¿Cómo volver atrás, para respirar sin miedo?
¿Cómo recorrer el mundo, sin temor a caernos
al precipicio?
¿Tomaremos conciencia, que nuestra
inconciencia, nos está destruyendo?
Quizás… No estemos preparados para este
mundo.
Camila
Racedo

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