Vacío
Escalones ausentes,
aquel 1976,
el día daba noche
con tus últimas frases.
Hoy rasgando puertas, tu rostro
traspasa el instante con fuerza.
Cercanamente como antes,
en el salón principal intangible.
Palabras como ADN.
Junto a las Cenizas
en nuestra chimenea
me revolqué.
Junto al veneno (perfume de vida familiar),
y lo tomé.
Frasco lleno de rosas, con lavanda
y praderas de nieve
para desaparecer cabezas, brazos, ojos.
Comí chocolate,
y lo quemé.
Sentí en cada flor
sus pétalos de fuego
el aroma de su huella.
Entorno
Pinturas abstractas
de años sanguíneos,
viejas islas y conocidas soledades,
imágenes,
voces familiares,
puertos de gente,
ciudad de ojos:
El sol brillante.
Solo y para nuestras cenizas.
Desde
mi ventana
Espíritu refrescante, prisiona los costados
de mis cortinas lunares,
abrir mis umbrales,
de cáliz cortado,
respirar lejos de este mirar vidriado
entre pulmones de hierro,
cercanas alas al mundo.
Colorea el ladrillo granate allá afuera.
Lo bello está lleno.
Y desborda aguas tibias termales,
Y mis suelos hunden,
recomponen ausentes desidias
coágulos infernales.
Respiro
vapor de un baño frio,
acribilla en mí
una sensación opresiva.
Y les digo a mis sentidos:
Oigan ¿olvidaron su estado solar?
Sólo me oigo a mi
cargando el aura con plumas
de tintas temidas, irremediables de dolor.
Pero pasa, ellas pasan, aunque arañen.
Y mis sueños-pájaros canten
Azules.
Han querido para mí
hacer el canto del año que no puede.
Una destrucción sin muros
sin palabras.
De una melodiosa vida de verano
que no escucho .
Nahiara Escobar
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