Yo solicité mi derecho a ser un monstruo / Iara Godoy / Escuela Provincial 746, Comodoro Rivadavia, Chubut

Yo, monstruo de mi sofoco,
que me resguarda en mi sonrojo,
que se regocijaba de mi cobardía.
Mi derecho a internarme en
mi más profundo atrevimiento,
a inventarme parecidos que se abstengan de la realidad.
Resultaron sofocados por mi monstruo.
Reclame un adefesio.
Y de la manera más impredecible,
de la manera más silenciosa,
Me encontró.
Receloso y mezquino con ellos.
Completamente celoso de lo desconocido.
Escudriñando en mis defectos.
Debilitando mis semejansas.
Ocultando mis perfectos
Yo, monstruo mío.
Llegaste como un huésped,
pero te volviste dueño.
Que pocas veces te duermes.
Te reclame protección
y me camuflaste.
Manipulaste mi caracter,
me volviste invisible.
Te convertiste en titiritero
y me transformaste en títere.
Cavaste un pozo profundo en mi ser
y te colaste por ahí.
A vivir,
para siempre.
Ahora somos uno,
un mismo individuo,
una sola piel.
La unión nos avivó
Somos celosos de los otros.
Enviamos coordenadas
para ampararnos de las desgracias.
Conectamos el dominio al cuerpo.
Presionamos las teclas que nos hacen temblar,
que nos camuflan en rojo.
Y cortamos el habla a nuestro antojo.
Somos dueños de una Tierra que anhela quedar exiliada.
Yo, monstruo mío
amigo mío
Gracias.


En el vestido de nubes 
me sumergí.
Engañándome en estas olas sin aire.
En el vestido fuerte, grueso y venenoso.

El cielo las bostezaba,
fue ahí cuando me las escupió.
De cristales de hielo me vestí.

Vestido de nubes.
Suaves y esponjas.
Que arrastran escalofríos
y me asfixian.

Pero un día, 
pienso escabullirme.
Arriba.
A Tierra firme.

El vestido de nubes.
Blanco y transparente.
Invisible.

Mis cabellos ocultos
como gotas de la noche.
Estoy cubierta,
igual que descubierta.

El vestido.

Obra de manos importante.
Un racimo de flores blancas.
Agradable a los ojos,
el favor de todos los que ven.

Un vestido de copos de algodón.
Sin colores.
Pero sin sombras.

...


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